Pienso que… como sociedad deberíamos poder decidir el qué, el cómo y la velocidad de la evolución de la inteligencia artificial, no sea que, como ya han avisado algunas personalidades de gran relevancia (Stephen Hawking, Elon Musk, Verno Vinge, o el exprimer ministro británico Tony Blair, entre otros) al final nos acabemos convirtiendo en esclavos de unas decisiones tomadas con suma libertad e ingenuidad al mismo tiempo. Y vamos por el camino de conseguirlo, quizá incluso antes de lo que imaginamos.
La compañía Facebook, con la colaboración del investigador Dhruv Batra, crearon dos robots con el objetivo de ser expertos negociadores y descubrieron que más allá de convertirse en lo que ellos pretendían, los robots crearon un idioma propio inteligible para los seres humanos. Decidieron desconectarlos.
La inteligencia artificial se convertirá a pasos agigantados en uno de los motores económicos de una sociedad, cada vez más cercana, formada por humanos, cyborgs y robots humanoides como Sophia: la primera ginoide en recibir la ciudadanía de Arabia Saudita.
Sophia, en una entrevista realizada por el periodista Andrew Ross Sorkin de la CNBC, respondió, a la pregunta de si quería destruir a los humanos, con la afirmación contundente: “Está bien, destruiré a los humanos”. ¿Bromeaba? ¿No estaremos jugando a ser Dioses sin tener en cuenta las consecuencias de nuestras decisiones? ¿Seremos capaces de crear algo capaz de destruirnos por el miedo a la propia autodestrucción? ¿No deberíamos crear una Agencia Internacional de Inteligencia Artificial, que pudiera legislar hasta el mínimo detalle el qué, el cómo y el cuándo de la inteligencia artificial? ¿La inteligencia artificial va a mejorar la vida de los seres humanos, o acabará convirtiéndonos en sus cobayas?
¿Y tú, qué piensas?
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